La digitalización es un proceso imparable que ya ha llegado tanto a las empresas como a la sociedad en general. Los beneficios para las empresas vienen por el lado de la mejora en los costes de producción, pero también por los mejores ingresos al poder ofrecer un producto o servicio de mayor valor añadido a sus clientes. Pero para alcanzar estas ventajas es necesario disponer del mejor capital humano, de empleados que conozcan el funcionamiento y alcance de las nuevas tecnologías y que con la ayuda de los especialistas en las tecnologías de la información y el conocimiento vayan incorporando estas mejoras en las empresas.
Y ahí está la clave, en disponer de las competencias digitales que permitan la correcta adecuación de las nuevas tecnologías al proceso productivo.
Como sucedía hace algunas décadas, cuando se luchaba por la alfabetización de la población, ahora es necesario llevar a cabo un proceso similar pero en materia de digital. De no realizarlo, una parte importante de población puede quedarse, excluida de optar a los nuevos puestos de trabajo. Y de otro lado las empresas perderán la productividad necesaria para seguir compitiendo en unos mercados cada vez más exigentes.
El indicador elaborado por la Unión Europea para medir los avances que se producen en la digitalización de la economía y de la sociedad ponen a España por encima de la media europea, ocupando la posición 11º. Pero es precisamente en la dimensión vinculada con las competencias digitales de la población y los empleados en los que presenta la peor puntuación, por debajo de la media europea y ocupando la posición 17º. El detalle de esta dimensión nos informa que las empresas españolas dan empleo en menor media que la media europea a los profesionales de las TIC, y ello a pesar de ofrecer al mercado un mayor porcentaje de titulados en estos campos, sin olvidar que además una proporción mayor de la población en general no alcanza o tiene al menos un nivel básico de competencias digitales.
Sin duda queda mucho por mejorar para que la población adquiera unas competencias digitales, porque el proceso de digitalización que conlleva esta revolución industrial va a afectar a todos los sectores de actividad, y la pérdida de puestos de trabajo que cualquier revolución conlleva por los cambios productivos se verá seriamente afectada si no se puede compensar por los nuevos puestos, aquellos generados por la introducción y aplicación de las nuevas tecnologías, los cuales son menos rutinarios y de mayor cualificación. Puestos más vinculados con las relaciones sociales e interpersonales, la creatividad y el razonamiento complejo, o con determinadas capacidades perceptivas y operativas en entornos no estructurados, las cuales son normalmente los que generan mayor valor añadido.
Francisco Llopis Vañó
Director de Estudios de INECA